La envidia en los duelos

Recuerda que sentir una emoción no nos hace ni malos ni buenos. Simplemente estamos sintiendo una emocíón.

Hoy te hablaré de un tema delicado que añade dolor al dolor.

Te hablaré de dos situaciones diametralmente opuestas que se pueden generar alrededor del sufrimiento causado por una pérdida.

Recuerda que hablamos de situaciones reales sin juzgar, como simples observadores. 

La primera situación se da cuando una persona externa al duelo muestra envidia.

A menudo se trata de personas envidiosas que silenciosamente gozan de la caída del otro y quieren acompañar en el sufrimiento más para presenciarlo que para calmarlo. 

Puedes descubrir esta emoción cuando estás mejor o tienes momentos de paz (también en el duelo más duro hay momentos de paz, y estos momentos no ridiculizan el profundo dolor, todo lo contrario: son la prueba de que nos estamos permitiendo sufrir) y reconoces en la otra persona cierta desaprobación. Como si dijera “no es el momento de levantarte, quédate un poco más en el sufrimiento”. Otras veces la desaprobación es clara y fuerte “si estuviera aquí no le gustaría verte alegre como si no hubiera pasado nada. Respétale en el dolor.”

Cuando es así, es importante recordar que cada persona hace lo máximo que puede, en cada circunstancia. Y si es posible, reducir el contacto con esta persona para que el duelo siga su proceso de manera natural, sin bloquearse y sin que se abra espacio para sentimientos de culpa ajenos. 

 

La segunda situación se da cuando la persona que ha sufrido la pérdida siente envidia hacía los que no la han sufrido.

La rabia que sentimos por la pérdida y la testaruda negación que grita desde nuestro corazón herido son algo natural y que con el tiempo se transforma, devolviéndonos a la paz a través de la aceptación. Cuando nos reconocemos envidiosos, permitamos que la emoción se haga espacio, que se expanda en nuestro pecho, que grite con rabia. Y conectemos con la compasión hacia nosotros mismos, conscientes de que estamos viviendo y sufriendo una pérdida dolorosa y grave. Busquemos personas con las cuales podamos hablar de como nos sentimos, sin ser juzgados ni reprochados.

Recuerda que sentir una emoción no nos hace ni malos ni buenos. Simplemente estamos sintiendo una emocíón.