Los niños nos indican el camino

El camino posible.

Cuando un niño corre libre y canta y juega, nos recuerda que la alegría de la vida reside en nosotros, en nuestro ser quienes somos, estar donde estamos, respirar con la sonrisa.

Cuando un niño sueña e inventa y se atreve a vivir y compartir mundos fantásticos, nos avisa que es desde la libertad interior que procede el cambio que tanto reclamamos en el mundo exterior.

Los niños nos indican todo el tiempo el camino posible.

Siempre lo tuvimos adelante. Algún día lo empezamos. Luego, por alguna razón, lo abandonamos. Y siempre estamos a tiempo de retomarlo.