Enfrentar la pérdida de un ser querido es una de las pruebas más duras que la vida puede presentarnos. Pero hay un desafío adicional, menos visible pero igualmente angustioso, que muchas veces queda en las sombras: el síndrome del cuidador cuando fallece un ser querido. Acompáñame en este viaje hacia la comprensión y superación de este obstáculo tan complejo. Sin embargo, ten presente que las respuestas pueden sorprenderte y no necesariamente ser lo que esperas.
¿Qué es el Síndrome del Cuidador Quemado?
Con Síndrome del Cuidador Quemado entendemos un conjunto de síntomas que se presentan juntos en situaciones caracterizadas por un profundo desgaste emocional y físico.
En este caso hablamos de cuidadores informales: no hablamos de profesionales específicamente preparados para cuidar de pacientes durante un determinado período de tiempo, sino de personas -a menudo familiares directos, casi siempre mujeres- que se encuentran en la situación de tener que cuidar del familiar, sin límite de tiempo y muchas veces teniendo que compaginar el cuidado con el trabajo y con las demás obligaciones familiares.
¿Por qué es fácil quemarse? En primer lugar, si estamos cuidando de una persona que queremos y que se encuentra mal, eso ya de por sí nos provoca tristeza, porque no queremos ver sufrir a nuestros seres queridos. En segundo lugar puede que, no teniendo experiencia en el cuidado de otra persona, tengamos miedo de equivocarnos, de no hacerlo bien, de no estar a la altura de lo que se supone que deberíamos hacer, y este miedo provoca estrés y tensión. En tercer lugar, casi siempre el sufrimiento empeora el humor de cualquiera persona, in primis de la persona que necesita el cuidado, por lo cual cuidar de una persona que no solamente está mal sino que además se queja, se enfada y llega a tratarnos en malo modo, todo esto va absorbiendo nuestra energía y nuestra paciencia, dando lugar a rabia y al mismo tiempo a sentimientos de culpa por sentir aquella rabia y/o por llegar a contestar mal a la misma persona que estamos cuidando.
Síntomas del Síndrome del Cuidador Quemado
Dentro de los síntomas que puede presentar la persona afectada por el síndrome del cuidador quemado se encuentran la ansiedad, la profunda tristeza y falta de proyecto vital, apatía, palpitaciones, la sensación de haber acabado todas las energías, de no poder más con nada, lo cual lleva a una fuerte irritabilidad, que complica las relaciones con los demás.
Cómo Superar el Síndrome del Cuidador Quemado Cuando Fallece el Ser Querido
Cuando fallece el ser querido, el cuidador se encuentra de repente en una situación paradójica: sufre por la pérdida del ser querido, al mismo tiempo que siente alivio por no tener la carga que tenía antes. A esto se añade la pérdida de un rol, de una misión, de una narrativa importante en el día a día. Es importante que pueda expresar sus emociones frente a alguien que sea capaz de escuchar sin juzgar. Si no encuentra este espacio entre familiares o amigos, es útil que recurra a un profesional externo que esté especializado en duelos.
Lo que más cuesta en estas ocasiones es poder sentir que todas las emociones son válidas. Algunas de ellas pueden incomodarnos, sin embarga son humanas, las estamos sintiendo, por lo cual son válidas y debemos escucharlas, aceptarlas, entenderlas.
Todo lo que el cuidador ha guardado dentro de sí mismo, ahora es el momento de expresarlo desde un espacio de profunda compasión.
Aceptación y Duelo
El duelo es un proceso de integración de una o más pérdidas. Cada pérdida empieza con un gran NO y el proceso de duelo permite que este NO se convierta en un SÍ (la gran Aceptación), a través de un esfuerzo prolongado en el tiempo, lo cual requiere paciencia, perseverancia, humildad. Los primeros días después de una pérdida puede que sintamos el apoyo de los demás, familiares y amigos, que nos llaman, nos preguntan, están cerca.
Después, como es natural, cada uno vuelve a su vida, y ese es el momento en el cual sentimos más soledad, porque nuestro duelo acaba de empezar y nuestro sufrimiento sigue allí, cada momento del día, con la lluvia y con el sol.
El acompañamiento de un profesional externo asegura que esta soledad disminuya y que haya una mano externa capaz de guiarnos cuando nos sentimos sin fuerza y perdidos.
Autocuidado
Sin duda alguna, lo mejor es que un cuidador se deje acompañar por un profesional externo desde el principio del cuidado, para poder prevenir la quemadura emocional. De todas maneras, si esto no ha sido posible, cualquier momento es un buen momento para aprender a escucharse, cuidarse, mimarse.
Apoyo Emocional
Sólo el amor puede transformar el sufrimiento, así que cuando estamos en duelo deberíamos rodearnos nada más que de amor.
Amor en sus varias formas. Un amigo o un familiar que nos escuche, que nos abrace, que sea capaz de darnos lo que necesitamos, a veces un simple momento de paz y silencio, o un paseo en la naturaleza. Y cuando estamos solos, lo mismo: decirnos palabras bondadosas, generosas, tratarnos bien, sentir compasión para nosotros mismos. Y siempre recordar que la vida se aprende viviéndola, que todos tenemos derecho a equivocarnos.
Alberto Simoncini: Cuidando al cuidador en tiempos de pérdida
Te envío mi fuerte y cálido abrazo. Un querido amigo mío siempre decía que nadie se salva solo. Estoy de acuerdo con él. Es importante que podamos pedir ayuda. Hay caminos que podemos andar solos. Pero hay otros que pueden ser largos y complicados. Y es allí cuando el caminar con otros nos aporta confianza, seguridad y fuerza.
Si estás cuidando de un ser querido o si has sufrido una pérdida, estoy a tu disposición para acompañarte.